Hola a todos, hace mucho que no me
pasaba por acá, desgraciadamente me falta tiempo para hacer todo lo que
desearía. Les traigo una historia corta,
esperó les guste, yo disfrute mucho escribiéndola. Es parte de mi antología homoerótica publicada
en Amazon.
No olviden dejar sus comentarios, todo autor se nutre con sus opiniones.
—¡Maldita rubia teñida! —murmuró con rabia Elías al sentir el ruido proveniente de la oficina de su jefe. Entre los ruidos y golpeteos de piel con piel que venían de allá, lo tenían empalmado— No sé como un hombre tan inteligente se deja embaucar por esa cualquiera —dejó salir un suspiro apesadumbrado, ya que daría lo que fuera por ser al que su jefe estuviese follando.
Elías
llevaba cinco años trabajando con Maxwell Ferral, abogado reconocido y muy
cotizado, proveniente de una reconocida familia. El hombre tenía solo treinta y
cinco años y era rico, sofisticado y endemoniadamente atractivo. Lo que hacía
que le llovieran las mujeres, desde que Elías empezó a trabajar con él abogado,
al primer año perdió la cuenta de las mujeres que desfilaron por esta oficina
buscando algo más que la asesoría de su jefe.
Desde
el momento que Elías conoció a su jefe quedó irremediablemente enamorado, lo
que lo llevó a tener una existencia muy solitaria, ya que prácticamente vivía
para poder trabajar para Maxwell, siempre tratando de hacer más de lo que le
correspondía para agradar al hombre. Elías no se hacía ilusiones ya que su jefe
era hetero, pero era demasiado masoquista, no quería alejarse –¿Cómo le dices a tu corazón que deje de
sentir?– suspiró derrotado ya
que viendo a lo largo de los años los gustos de su jefe en mujeres, desde el
cabello rubio, delgadas, atléticas, ojos claros, él era la versión masculina de
sus preferencias.
—Lástima que no le gusten los chicos —dijo en voz baja.
El
muchacho se sobresaltó saliendo bruscamente de sus pensamientos al escuchar una
fuerte discusión proveniente de la oficina de Maxwell, de pronto la puerta se
abrió y salió la rubia casi desnuda insultando a su jefe. Elías se sintió
horrible, ya que se suponía que no debería estar ahí, sino almorzando. El chico
casi salió fuera de su piel cuando sintió quebrar algunas cosas de vidrio de su
jefe y gritar a todo pulmón a la mujer:
—¡Puta!
No te quiero ver nunca más cerca de mí —El joven se encogió al ver esta nueva
faceta de su jefe. Vio a la mujer a medio vestirse mirarlo enojada al verlo
presenciando la pelea.
—¿Qué
haces ahí, cabrón? —la joven insultó a Elías, que se encontraba tras su
escritorio.
—Lárgate
antes que llame a seguridad —Maxwell salió desnudo de su oficina, la tomó de un
brazo y la sacó a la fuerza dejándola en el pasillo antes de cerrar con fuerza
la puerta en sus narices.
—¡Esto
me lo pagaras Maxwell! —gritó la mujer a través de la puerta.
Maxwell
apoyó su espalda contra la madera y recién ahí se dio cuenta que Elías estaba
sentado en su escritorio viéndolo ruborizado hasta las orejas y con la boca
abierta de la impresión, hizo una mueca al ver la reacción del muchacho.
—¿Llevas
mucho tiempo ahí, Elías? —indagó con los ojos entrecerrados, frunciendo el ceño
al ver que el muchacho se ponía aún más rojo y no lograba articular palabra.
—Yo…
yo… he… —El cerebro de Elías había hecho cortocircuito al ver al hombre de sus
sueños como Dios lo trajo al mundo, no se dio cuenta que se había formado una
tremenda erección en su bragueta, el pantalón de vestir que llevaba no hacía
nada por ocultar su estado.
—Yo te
había dicho que te fueras a almorzar y no volvieras hasta las tres de la tarde
—dijo malhumorado el hombre—. Bueno, ya que estas ahí ve a ordenar mi oficina
mientras me doy un baño.
—Sí,
señor, de inmediato… —el joven se levantó rápidamente y se dirigió a la oficina
de su jefe, bajo la atenta mirada de éste, al que no se le pasó por alto la
rabiosa erección que el muchacho ostentaba.
Maxwell
frunció el seño al ver que su cuerpo reaccionó al ver la erección de Elías,
observó al joven ordenar su oficina, se dio cuenta que estaba aún sonrojado y
evitaba mirarlo. Él sabía que Elías era gay, por cosas que había observado
atentamente a lo largo de los años, el chico le gustaba, era honesto, fiel,
dedicado, ingenuo y muuuy falto de experiencia, estaba seguro de que a
pesar de tener veinticinco años, era virgen. Él había probado con
chicos en la universidad, pero ninguno le causó mayor impresión. Y ahora estaba
ahí, observando cada movimiento de su secretario.
Hizo
una mueca y decidió probar algo, pero primero entró al baño y se aseó
rápidamente para salir desnudo y acercarse por detrás a Elías, lo apretó
firmemente contra su cuerpo y tomó la erección de éste en su mano derecha, con
la otra lo afirmó. El joven pegó un brinco y jadeó asustado.
—Me
parece que alguien está muy caliente —susurró contra el oído izquierdo del
joven, lamió el lóbulo de su oreja al sentir el estremecimiento de Elías,
sentía que el chico lo deseaba, quedó claro cuando no trató de detenerlo, ni
objetó que lo tocara tan íntimamente— ¿Qué paso que desobedeciste mis órdenes,
bebé? Se supone que es tu horario de almuerzo.
—Yo…
disculpe señor Ferral… no tenía dinero, así que regresé a la oficina —respondió
asustado, sentía su corazón galopando a mil por hora.
—¿Tan
mal sueldo te pago que no te alcanza para el almuerzo? —susurró su pregunta
suavemente sobre el oído del chico.
—No, es
que le presté a una amiga y me quedé solo con el dinero para irme a casa.
—Ay
Elías, siempre tan generoso… ¿serás igual de generoso conmigo? —preguntó
sugestivamente rozando su erección contra los glúteos de su secretario— Sabes
lo que quiero —Maxwell no esperó respuesta y empezó a desabotonar el pantalón
del muchacho, dejando que cayeran en un montón sobre sus tobillos, introdujo su
mano por la pretina de los bóxer y gimió audiblemente al sentir la piel
totalmente suave y libre de vello alrededor del pene del joven —eres toda una
caja de sorpresas, jovencito.
—Me
gusta así —respondió sin aliento.
—¿Quién
te esta follando? —sintió al muchacho ponerse rígido, por lo que lo volteó y lo
hizo mirarlo a los ojos, levantándole el rostro, acción que hizo que el
muchacho se pusiera más rojo.
—No…
yo… no he… no lo hago —logró decir entre susurros.
—¿Te ha
tenido alguien antes, Elías? —el muchacho lo miró con sus lindos ojos azules
cuajados de lagrimas y negó con la cabeza, esta acción llegó al corazón de Max,
ya que estaba acostumbrado a mujeres voraces, decididas y sexualmente
promiscuas, el sentir que Elías era virgen y tímido, hizo que se sintiera
sobreprotector, él conocía perfectamente al joven, aunque éste no lo supiera,
siempre había estado al pendiente de él. Elías le había demostrado su lealtad
de muchas formas— Tranquilo bebé, no te haré daño, lo prometo.
Tomó el rostro del joven entre sus manos, lo miró intensamente por
unos segundos antes de inclinarse y besar suavemente sus labios sonrosados y
apetitosos, fue un beso delicado, con el fin de explorar, conocer.
Elías
suspiró, no podía creer que su sueño se estaba haciendo realidad después de
tantos años de amar en silencio a Maxwell, lo asombraba lo delicado y cuidadoso
que estaba actuando con él, del tiempo que lo conocía no recordaba haberlo
visto actuar cariñosamente con nadie, excepto con él, pero creía que ese trato
se lo había ganado porque era un buen empleado, que se adelantaba a las
necesidades de su jefe. Se deleitó al sentir que el hombre mayor introducía la
lengua en su boca, le encantó su sabor, la fricción y la invasión. El joven se
dejó llevar, levantó sus brazos y rodeó el cuello de su jefe con estos. Gimió
encantado cuando sintió que Maxwell lo abrazaba y levantaba contra su cuerpo
desnudo, haciendo que ambas erecciones se friccionarán juntas, se excitaran.
Maxwell lo llevó hasta el sofá y lo ayudó a tenderse antes de subir sobre su
cuerpo.
Maxwell
se sentía excitado como nunca, era algo nuevo para él, el querer dar placer a
otra persona, siempre había sido un poco egoísta y se preocupaba por su propia
satisfacción personal. Pero al sentir gemir tan tímidamente al muchacho su
corazón se sintió tranquilo por primera vez en su vida adulta, dejó de besar a
Elías y lo miró a los ojos.
—Eres
una linda caja de sorpresas, sabes que después de esto nada volverá a ser igual
—vio que el muchacho lo mal interpretó, al ver como sus ojos se llenaron de
lagrimas—, hey, chiquito…
—¿Quieres
que me vaya? —preguntó triste.
—No
quise decir eso —besó la frente del joven y acarició su cabello antes de
sonreír— después de esto quiero poder tomarte cuando quiera, me gustas mucho,
Elías. ¿Qué dices?
—Mmmm…
me gustaría mucho —respondió el joven sonrojándose hasta las orejas. Max sonrió
al verlo.
—Es
agradable tener a alguien que se sonroja, me gustaría proteger esa inocencia
tuya tan linda —Maxwell acarició a conciencia el cuerpo del chico antes de
soltarlo. Suspiró, esperaba no arrepentirse por la decisión que acababa de
tomar en su mente—, arriba bebé.
—Pero…
¿ya no me deseas? —preguntó agobiado el muchacho.
—Por
supuesto que sí, pero he tomado una decisión, quiero más de ti que solo sexo.
Así que arriba, no quiero que tu primera vez sea en esta oficina, deseo que sea
especial —lo ayudó a levantarse, lo atrajo hacia su cuerpo y lo abrazó—.
Pronto… muy pronto ambos disfrutaremos el uno del otro.
—Me gustaría mucho —susurro Elías muy emocionado.
—Me
alegro, porque he hecho planes para nosotros, quiero que te vayas antes a tu
casa, te pasaré a buscar a las ocho de la noche, iremos a cenar juntos.
—Ohhh…
eso me encantará —dijo muy emocionado, su cara irradiaba felicidad.
—Bien,
ahora cubre ese lindo trasero, me tienes caliente —esto lo dijo palmeando
suavemente un glúteo del chico.
El
joven se vistió rápidamente, su expresión era alegre, Max lo vio dirigirse
sonriendo a la puerta.
—Elías…
—el muchacho lo miró con una interrogante escrita en su expresión— ven acá
—esperó a que estuviese junto a él para inclinarse y besar suavemente sus
labios—, estoy impaciente porque llegue la noche. Ve a casa ahora, duerme una
siesta, no quiero que te duermas en la cena.
—Gracias
lo haré, de todos modos no tenías ningún cliente programado para hoy —dijo con
buen humor, antes de salir de la oficina.
Maxwell
vio alejarse al muchacho, sonrió al ver lo tranparente que eran cada una de las
emociones del joven, le gustaba eso de él, era un cambio refrescante después de
tanta mujer fría y calculadora. Sabía que muchas de esas mujeres solo lo veían
como un trofeo, no les importaba el hombre. Con Elías sentía que era todo lo
contrario, lo que hacía sentir un calorcillo especial en su pecho. Hacía mucho
que el muchacho venía invadiendo sus pensamientos en momentos realmente
engorrosos y otros no tanto, como el otro día en el supermercado cuando vio una
caja de bombones de licor, la cual había comprado en un momento de arrebato al
recordar cuanto le gustaban a Elías, aún la tenía en el cajón de su escritorio
sin decidirse a dársela. Sonrió al pensar que ésta sería la ocasión ideal para
regalársela. Se vistió rápidamente y decidió irse a su casa, no sería malo para
él descansar un poco y aprovechar que tenía todas sus citas de trabajo
canceladas.
Una vez
en su casa fue directamente a baño donde se aseó prolijamente, cuando terminó
se dirigió al dormitorio y se tendió desnudo sobre la cama, tal vez sería bueno
dormir unos cuantos minutos, no quería estar desgastado para Elías, al pensar
en el muchacho sonrió, planeaba dormirse muy tarde esta noche y terminar más
que desgastado si todo salía bien con el muchacho. Recordó muchos
enfrentamientos con sus padres, pero ya estaba cansado de darles siempre el gusto,
era hora que viviera su propia vida y si eso incluía una pareja del mismo sexo,
bienvenido sea, había quedado más que cabreado con todas las féminas que había
conocido, sabía que era culpa de él, ya que
ellas no lo satisfacían, pero por las apariencias, se vio obligado
a tener siempre una de ellas colgada de su brazo, sabía que las había buscado
del lado equivocado, todas mujeres frívolas y muy zorras, no quería que ninguna
de ellas tocara ni de cerca su corazón, ya que desde hacía cinco años él sabía cuál
era la persona indicada, solo no había tenido la suficiente valentía para
arriesgarse y enfrentar a su familia.
El
saber que Elías estaba tras su escritorio mientras él se follaba a Marcia, lo
hizo decidirse, en los ojos del muchacho vio tantas cosas en ese momento,
dolor, asco, decepción y por qué no decirlo: anhelo, tal vez de ser el que
estuviese en sus brazos. No, no podía seguir con esto, ya no era aceptable
seguir teniendo a su pequeño hombre en espera y solo dándole pequeños indicios
para que no perdiese el interés, el muchacho ya había madurado, ya no era en
niño que entró a trabajar en su oficina con solo 20 años. Se había convertido
en un hermoso hombre frente a sus ojos, un hombre que esperaba conservar, que
valoraba y quería. Sabía que también Elías lo quería, se lo decían sus ojos
cada vez que lo miraba, sus acciones, siempre había estado pendiente a lo largo
de los años hasta del más mínimo detalle para agradarlo. Todas estas cosas lo
habían llenado y tenían su corazón tranquilo, pero ya no podía dar más largas
al asunto, su hombre también tenía necesidades y él iba a ser quien lo iba
satisfacer, no esperaría que otro en un descuido se lo arrebatara por ser un
imbécil. Se durmió en unos minutos con estos pensamientos en mente, con su
cuerpo y alma alivianados.
Elías
era un manojo de nervios, tanto era así que llamó a su amiga a pedirle consejo,
marcó y esperó que respondiera.
—Hola
Caro, ¿Cómo estás? —preguntó ansioso.
—Antes
que sigas, dime que sucedió. Tu voz se oye extraña.
—Tengo
una cita, no sé que ponerme. La verdad es que soy un desastre, mi mente no
funciona en este momento, es una idiotez nunca antes me había pasado —dijo el
joven preocupado.
—¿Quién
es el afortunado? Porque para tenerte en ese estado debe ser alguien especial,
¿lo conozco?
—Sí, lo
conoces. Es… Maxwell… —se sacó el teléfono del oído y lo miró espantado
haciendo una mueca ya que su amiga pegó un grito que casi le rompe el tímpano.
Sonrió al oírla cantar una canción pegajosa— veo que te gustó la información.
—Júrame que es verdad, el hombre es uuuaaauuu… un adonis. Pero si
yo nunca lo he visto con hombres, ¿cómo es eso?
—No lo
sé, ni quiero saberlo. La verdad es que voy aprovechar la oportunidad que se me
está dando y disfrutarlo, ya me preocuparé de los problemas después. Imagínate
estaré con el hombre que amo.
—Pues
me alegro mucho, ya estaba bueno, si ya veía que en cualquier momento
languidecías esperando por tu adonis.
—No es
solo eso Caro, él me gusta en su totalidad. Lo he amado por años y hasta la más
ridículas de sus manías me enternecen —su voz sonó añorante.
—¿Tiene
muchas? —pregunto con diversión Carolina.
—Unas
cuantas… pero no te las diré. Ahora dime que hago, mi cerebro se fue de paseo
desde que me dijo que vendría por mí.
—¿De
cuánto tiempo dispones?
—Dos
horas.
—Bien
escucha, primero que nada llenarás esa bañera maravillosa que tienes y cuando
esté al tope le regarás las sales que te regalé, después te meterás dentro por
media hora, para que te relajes, no sería bueno que vayas a tu cita estresado.
Tenemos que tomar en cuenta como seguramente terminará, por lo que mientras más
tranquilo estés, mejor. Ay amigo, solo espero que Maxwell lo haga memorable
para ti, no quiero que tu primera vez sea dolorosa.
—Mmm…
ya te contaré que tal me fue después, mira que solo de pensarlo ahora me da
pavor, hoy lo vi desnudo y te digo que su pene es enorme, no creo que quepa en
mi —dijo con miedo, eso lo había estado inquietando hasta ahora.
—Relájate
amigo, eso no sucederá. Si te das cuenta que no se da el tiempo de prepararte,
dile que requieres de unos minutos para estar listo, recuerda los videos que
vimos juntos para que aprendieras.
—Una
cosa es verlo y otra hacerlo, me da vergüenza —murmuró sonrojado.
—No te
preocupes, Maxwell no es un niño, y tiene un montón de experiencia. Ahora
sigamos con la preparación, recuerdo que tienes un traje precioso sin estrenar,
eso estará bien, no creo que tu hombre te lleve a comer hamburguesas —dijo lo
último sonriendo divertida— ponte la camisa color marengo y la corbata nueva
que compramos en nuestra última excursión a las tiendas, ¡diablos en momentos
como éste odio que seas gay, quedarás tan apetecible que te querría para mí!
—¡Que cosas dices! Sería incestuoso, tú eres como mi hermanita
—dijo horrorizado Elías.
—Solo
bromeo tontito, yo también te quiero como un hermano. Bien, ahora sigamos… la
ropa ya está definida, el resto lo combinas, no te pases con el perfume es
desagradable si te pones demasiado, usa solo aftershave,
al traje le rocías un poco de tu perfume y… ¡recuerda llevar condones en el
bolsillo!
—¡Diablos
Caro, solo falta que me digas como hacer una mamada! —se quejó Elías rodando
los ojos avergonzado.
—Estoy
segura que para eso no me necesitas a mí, ya tendrás a Maxwell deseoso de
enseñarte. Ya dejemos esto hasta aquí o te retrasarás.
—Bien,
gracias amiga, me sirvió hablar contigo —dijo el joven mucho más relajado.
—Recuerda,
quiero detalles en nuestra próxima conversación.
—Eso
nunca, déjalo a la imaginación —respondió divertido.
—Eres
malo.
—Chao
preciosa, nos vemos en el trabajo.
—Un
beso, suerte y pásalo muy bien.
—Eso
tenlo por seguro —ambos jóvenes colgaron su llamada con una sonrisa alegre en
sus labios.
Elías
siguió al pie de la letra todas las indicaciones de su amiga, revisó que todo
estuviese cerrado, ya que solo faltaban unos pocos minutos para que llegase
Maxwell, tomó un vaso con agua y se sentó a esperarlo en el sofá. Se levantó
ágilmente al sentir sonar el timbre de su departamento.
Abrió
la puerta, frente a él estaba el hombre más caliente que había conocido, alto,
elegante, musculoso, de piel bronceada, unos ojos verdes preciosos y cabello
negro, todo envuelto impecablemente en un traje Armani. Por un momento quedo
sin habla.
—¿Puedo
pasar? —preguntó divertido Maxwell.
—Perdón…
por supuesto. Pasa —dijo haciéndose a un lado de la entrada y dejándolo entrar,
sintió la cara caliente por el sonrojo— Ohhh… —soltó sobresaltado ya que
Maxwell lo había tomado, lo apoyó contra la pared de la entrada y lo besó
apasionadamente, solo se separaron por la falta de aire. Elías se quedó mirando
los labios de su cita embelesado.
—Estás
como para comerte, bebé, no pude aguantar la tentación de besarte —mientras lo
decía el hombre acarició los labios hinchados del muchacho—, mejor nos vamos,
tengo reserva a las ocho y media —besó delicadamente los
labios del joven nuevamente y lo miró a los ojos—. Estás hermoso,
quiero que llegue rápido el momento de sacarte de ese traje.
—Gracias,
me alegro que te guste como me veo —su voz se escuchó en un susurro. Elías se
sintió feliz.
—Vamos,
se nos hace tarde —Maxwell guió al joven hasta la puerta y fueron hasta su auto
tomados de la mano.
La cena
transcurrió sin incidentes, fue maravillosa, Elías se sentía en una nube, nunca
alguien había estado tan pendiente de él, hasta el más mínimo detalle, como los
bombones que le había regalado nada más subirse al vehículo, ese detalle llenó
su corazón de alegría, ya que se dio cuenta que no era tan indiferente al
hombre frente a él, sabía cuales chocolates eran sus preferidos, lo que le
indicaba que sabría muchas cosas más.
El
restaurant donde lo llevó era elegante y muy acogedor, con iluminación tenue y
música muy suave de fondo, lo que les permitió conversar amigablemente, por un
momento Elías pensó que al salir juntos no tendrían temas de conversación y se
producirían momentos de silencio. Afortunadamente se equivocó, Maxwell era un
excelente anfitrión y tocaron muchos temas en común lo que hizo de su cena un
momento demasiado agradable, solo quedaban esos nervios que no podía detener
por la anticipación de lo vendría. Cuando terminaron Maxwell tomó su mano y se
la llevó a los labios, no le importó que hubiese gente pendiente de ellos.
—Ya solo
quiero tenerte para mí… ¿me dejaras hacerte el amor? —preguntó con una mirada
intensa, cargada de deseo.
—Sí, yo
también lo deseo —dijo sonrojándose el joven.
—Vamos,
bebé —dijo levantándose de su silla y ayudándolo a levantarse, todo esto
rodeados de murmullos que venían de las otras mesa y que ninguno puso atención,
ya que estaban rodeados por su propia burbuja privada.
Una vez
fuera del restaurant, salieron tomados de la mano y buscaron el vehículo, una
vez dentro de este, Maxwell se acercó a Elías y lo besó en los labios
suavemente.
—Gracias
por esta cena maravillosa, hacia tanto tiempo o mejor dicho nunca había
disfrutado tanto de una cita ¿te ha gustado? —quiso saber el Max.
—Sí, me
gustó mucho, nunca nadie me había invitado a cenar. Esta es mi primera cita.
—Me hace feliz ser el primero —tomó la mano de Elías y lo miró
seriamente a los ojos— Elías, quiero que esta salida sea más que solo eso, me
gustaría tenerte más cerca ¿quieres ser mi pareja?
—Ohhh…
yo… me encantaría, claro que quiero ser tu pareja ¿eso es como si fuésemos
novios?
—Por
supuesto que sí, solo seremos nosotros, se acabaron las citas con mujeres que
mi madre me busque. Solo estarás tú en mi corazón, te daré tiempo para
disfrutar esta etapa de citas y salidas, ya que sé que tú eso no lo has tenido,
pero después de un tiempo quiero que vivamos juntos ¿te gustaría?
—Yo
sería feliz de vivir contigo… yo… te amo Maxwell —dijo esto último es un
susurro, bajando los ojos, ya que a pesar de su felicidad, eso aún le
preocupaba.
—Mírame
Elías —cuando el joven lo miró, tomó su rostro y dijo antes de besarlo—: Yo
también te amo, desde hace mucho tiempo. Si antes no dije nada, es porque
quería que maduraras, que vivieras un poco más. Y me alegro que tú me hayas
amado tanto que te guardaras solo para mí.
—Yo…
este… nunca quise a nadie más, solo tú —dijo sonrojado, pero muy feliz.
—Vamos
a casa bebé, creo que si no lo hacemos saltaré sobre ti, y antes que nos demos
cuenta seremos arrestados por actos impúdicos —dijo besando cariñosamente la
frente de Elías.
Maxwell
puso en funcionamiento el vehículo y los llevó tranquilamente hasta su casa,
ubicada es una zona exclusiva y residencial, las viviendas eran hermosas con
grandes jardines. Se detuvo frente a una de ellas y guardó su vehículo en el
garaje. Una vez estacionado salió del auto y abrió la puerta del joven, lo tomó
de la mano y lo llevó directo hasta su habitación, lo hizo sentar en la cama
mientras él encendía pequeñas velas blancas ubicadas en forma estratégica por
toda la habitación.
Elías
estaba alucinado, no cabía de felicidad por todos los detalles tan lindos que
estaba teniendo Maxwell, lo vio acercarse y casi brincó cuando lo hizo ponerse
de pie, le ayudó a sacarse la chaqueta de su traje y la dejó colgada en una
silla, sacó su corbata, desabotonó su camisa y a medida que iba revelando su
piel acalorada, lo iba besando y chupando, cuando llegó a su pantalón ya estaba
totalmente erecto, lo que hizo que jadeara cuando bajó la cremallera, lo sentó
y le sacó los zapatos y los calcetines antes de bajarle el pantalón y el bóxer
juntos. Lo ayudó a tenderse sobre la cama sin dejar de besarlo o acariciarlo.
—Bebé, eres tan hermoso —Maxwell se enderezó y se desnudó
rápidamente sin dejar de mirar un segundo la visión tan perfecta que tenia frente
a él, una vez desnudo se acercó al joven y se acomodó sobre él, haciéndole
abrir las piernas, ubicándose. Esta vez el beso que siguió los hizo jadear, ya
que el toque de piel con piel y la fricción de ambas erecciones los tenía al
borde, pero Maxwell no se apresuró, quería que todo fuera perfecto para Elías,
aunque el deseo lo estuviese matando, sacó fuerza de voluntad y amó tiernamente
el cuerpo su pareja, arrancándole suspiros, gemidos y ruegos, los que llenaron
su alma de más amor por su amante.
Cuando
por fin estuvo dentro del cuerpo tan perfecto de su bebé, fue la sensación más
maravillosa que había sentido, haciéndole ver que al fin había encontrado su
hogar, el amor, dejando atrás los años de autoengaño e insatisfacción. Elías le
rogaba que lo embistiera más intensamente y él le dio todo lo que hizo feliz a
su hombre y más. Por muchos minutos se escuchó en la habitación jadeos, el
ruido producido por el golpe de piel contra piel y el rechinar del colchón.
Cuando acabaron colapsaron juntos abrazados, sin aliento, y con el retumbar de
ambos corazones agitados. Maxwell abrazó y besó a Elías sin salirse de él,
susurrándoles palabras de amor en su oído.
—Te amo
Maxwell, eso fue maravilloso, gracias…
—También
fue maravilloso para mi, cariño —respondió emocionado por primera vez en su
vida. El saber que el hombre en sus brazos lo amaba por lo que era y no por lo
que representaba, que Elías se entregara tan libremente a él a pesar de nunca
haber sido tocado antes, lo llenó de orgullo y humildad, ya que sabía la
valentía que tuvo que tener para confiar tan ciegamente en él, sabiendo que no
lo lastimaría—. Te amo.
Fin
Mi querida Solange, siempre me ha encantado como escribes, tu estilo y como desarrollas tus historias,cada una de ellas es maravillosa, esta también me encantó, y si, la falta de tiempo siempre nos choca a todos, pero ánimo, y que todo marche bien para ti, siempre esperaré para leer tus historias, porque son emocionantes y tiernas, un beso...
ResponderEliminarHola Solange! Tu relato es muy tierno, me gusta, gracias.
ResponderEliminarBuenas noches Solange, tu relato es hermoso, me encanto, gracias.
ResponderEliminarHola Solange, este relato me ha gustado enormemente. Gracias por proporcionarnos tantos buenos ratos. Feliz Navidad!. Besos
ResponderEliminarHola Solange es la primera vez que leo algo tuyo. tu relato es muy hermoso y tierno, gracias por compartir, mary
ResponderEliminarHola Solange, me gusto mucho estan encantador.
ResponderEliminarTan dulce.Muchas gracias por compartir.
Besos
Hola Solange. Me encanto el relato, la lectura es fluida y la historia es muy tierna. Me encanta cuando los pasivos son tan ingenuos y dulces que viven su existencia a la espera de ser devorados por un activo semental que arrraza con todo lo que mira. jajajajaja bueno esa fue mi impresión de tu relato. Besos y continuare leyendo lo que subas cada vez que tenga tiempo ^_^
ResponderEliminarES MUY LINDO!!!! casi me dan caries de lo dulce que es...me encanto! un beso y gracias por compartirlo
ResponderEliminarhola, la historia es muy facil de leer y me a encantado, ahora soi una de tus fans, gracias por escribir un relato genial
ResponderEliminarun beso :*
Saludos Solange!!! Que puedo decirte que ya no te hayan dicho. Simplemente EXCELENTE!!! Mil Gracias....
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